Siempre comento con mis clientes aquella propaganda de margarina en que la familia reunida y sonriente muestra toda su felicidad en torno a la mesa.
Algunos días son así, otros no tanto y muchos son bastante diferentes de esa imagen que vemos en la televisión. La familia es el reducto de nuestros mayores conflictos y también de afinidades y lazos de amor eterno. Las relaciones familiares nos sitúan en la práctica de la convivencia y del amor incondicional, permitiendo ejercitar cualidades y disolver sombras en luz.
La Pequeña Familia, como es denominada por el plano espiritual, es nuestra familia consanguínea. Ésta presenta, en su árbol ancestral, una historia de varias encarnaciones, en que nos reencontramos con los mismos espíritus, en variadas condiciones. Tu hijo puede haber sido tu abuelo en otra vida, tu marido hoy puede haber sido tu hijo ayer, tu enemiga de ayer, tu hija de ahora. ¡Y aquella tatarabuela puedes haber sido tú!
Las personas tienen cierta dificultad en aceptar el contexto reencarnatorio familiar, porque les parece muy extraño que un hijo tan amado en esta vida, pueda haber sido un verdugo en otra. Considero una bendición para el corazón que sufre, el concebir este sentido para la vida, que explica los orígenes de los vínculos y sus conflictos. Por eso el velo del olvido es tan importante, para que tengamos precisamente esta oportunidad de aprender a amar al otro, deshaciendo cualquier vestigio de odio o venganza del pasado. No sería demasiado agradable para ti convivir hoy en la misma casa que tu enemigo de ayer.
De lo cotidiano familiar surgen muchos traumas que no tendrían una razón adecuada, si no una estupidez humana imperdonable. La ley de las reencarnaciones hace percibir que el orden cronológico terreno es bastante diferente de los ciclos espirituales. Adultos que proceden como niños, que a su vez actúan de forma más madura que muchos adultos. Este es el gran hallazgo para la comprensión de las vidas sucesivas y de los reencuentros espirituales en el núcleo familiar. Existe una cuestión de afinidad que no se explica simplemente por el orden terreno, el de la mente egóica. Hay en las relaciones familiares un propósito mucho mayor.
Cuando no se acepta la ley de las reencarnaciones, se hace más complicado comprender las relaciones conflictivas entre hijos, padres, hermanos y cónyuges. Sufrimos mucho más, y nos aprovecha mucho menos. En una misma familia encontramos hermanos muy diferentes unos de otros en su personalidad, y solemos decir que uno ha salido al padre y el otro más a la madre. Y en la ciencia, las peculiaridades de cada persona son explicadas por las leyes de la herencia. Estamos en un cuerpo moldeado por los genes y tenemos rasgos de nuestros progenitores. Pero no basta apegarnos a la parte genética, porque quedan muchas lagunas sin llenar.
Toda familia está constituida por la ingeniería de los espíritus responsables por las reencarnaciones, que trabajan en el plano astral. Antes de tu nacimiento, la maravillosa máquina humana es manipulada por la espiritualidad, que ayuda a proporcionar las condiciones necesarias para tu nueva vida. Las características físicas son moldeadas a partir de tu condición espiritual y de las limitaciones que debas superar.
Es una gran reducción y simpleza considerar que todos somos obra de la casualidad. Por ejemplo, considerar aleatorio el nacimiento de un bebé con síndrome de Down. Éste está causado por la presencia de un cromosoma a mayores, el par 21. El pequeño nace con 47 cromosomas y no con 46 como la mayoría de las personas. Existe algo más que la mera coincidencia o mala suerte. Entonces, cada uno nace con el cuerpo y la mente que necesita para su aprendizaje y el de su familia. Limitaciones que en una primera impresión pueden sugerir sufrimiento, son siempre bendiciones para nuestro despertar.
La familia elegida para renacer es la mejor que podríamos tener en este momento. El primer paso para la solución de cualquier conflicto familiar es la aceptación de que estamos exactamente donde deberíamos. Conviviendo con las dificultades y ventajas familiares, que nos harán mejores como personas, como espíritus. Es en esa experiencia donde creceremos, maduraremos y principalmente nos haremos más conscientes.
Puedes elegir tus amistades, pero la familia no la puedes descartar. Aunque des la espalda a tus familiares, su energía continuará contigo. Tu ser es parte de un cuerpo energético mayor, el cuerpo familiar. En tu sangre corre la sangre de tus ancestros. Es preciso aprender a lidiar con esa energía. Cuando se trata de los conflictos familiares, no se puede olvidar que la familia es una entidad viva, donde el individuo coexiste y de la cual forma parte. Hay un vínculo energético muy fuerte, y aunque estén alejados físicamente, la influencia que un familiar ejerce sobre el otro continúa en la dimensión energética. Es el caso notorio de hermanos gemelos que sienten lo que el otro está pasando a distancia.
La Psicología falla cuando intenta resolver los problemas familiares únicamente bajo el prisma de los impulsos mentales y emocionales, sin considerar el vínculo mayor entre los familiares, que extrapola cualquier cuestionamiento de la vida actual y que se adentra en el complejo de las reencarnaciones y de la entidad energética familiar que forma tu árbol ancestral.
Es algo muy natural, no hay ninguna imposición, tú no has sido obligado a convivir con tu familia. El vínculo energético, ya sea de amor o de miedo, es lo que os une. En la familia también reencontramos grandes amigos, hermanos espirituales afines, que nos fortalecen en la jornada, como ángeles de la guarda en nuestra vida.
Los conflictos dentro de una familia representan los rescates. No son castigos que tenemos que sufrir. Son bendiciones que nos liberarán de lazos que no sean de amor incondicional. En el vínculo espiritual nutrido por desavenencias, es necesario hacer un trabajo de renovación de la relación, para disolver los resentimientos de los cuerpos emocionales de los involucrados, y principalmente, el cordón energético deletéreo entre ellos, que se ha formado de esa vivencia negativa.
Sabes, cuando estás un poco irritado con algún pariente o dolido con sus actitudes, entras en un estado de espíritu de rescate. Te sintonizas con algo que ha quedado estancado del pasado. Entonces, cuando hablamos sobre los rescates en la reencarnación, éstos se producen en dichas ocasiones, cuando nuestros sentimientos se vuelven confusos y tristes y los conflictos familiares nos afectan con mayor intensidad.
Huir de la relación familiar, marchar muy lejos, intentar olvidarlos, no funciona. Esto sólo ocurre cuando estás bien contigo mismo y con ellos. Sin resentimientos, sin rencor. En caso contrario, tu familia continuará junto a ti, en tus pensamientos, en tus sentimientos, en tu vida. Algunos conflictos también surgen de la vinculación de espíritus que se suman a ella y que pueden afectar negativamente a las condiciones energéticas del núcleo familiar.
Para resolver las cuestiones familiares es preciso que te pares por algunos instantes y te coloques como observador. Cierra los ojos y mira a tu familia interaccionando en un escenario. Cada uno representando su personaje. Mírate a ti, observa cuál es tu papel dentro de la familia, sólo observa, sin críticas ni juzgamientos. Mira cada uno como si fueses un espíritu con mucha experiencia, de muchas vidas, un sabio, un ermitaño.
Este personaje en el tarot representa a un hombre anciano que lleva una linterna, símbolo del gran conocimiento adquirido, iluminando su trayectoria. Se apoya en un cayado, símbolo de prudencia y aptitud, para localizarse en el camino y alejar infortunios. Siéntete un ermitaño e ilumina con tu linterna a cada uno de los personajes familiares. Podrás ver el sufrimiento que cada uno arrastra, sus limitaciones. Comprenderás que cada uno está en tu vida para ayudarte en tu progreso espiritual. Y finalmente mira tu personaje hoy, tu persona en esta vida. Percibe con cariño tus limitaciones y fragilidades.
Acepta a cada uno tal como es, a través de la mirada y de la linterna del ermitaño. Para terminar, deja que la luz de la linterna toque el corazón de todos vosotros, uno a uno, bendice tu familia, tu núcleo de aprendizaje evolutivo.
Cada vez que entres en un estado de espíritu de rescate, párate y haz el papel del Ermitaño. De esa forma irás disolviendo el cordón energético de resentimientos entre vosotros. Podrás ver a tus familiares como espíritus que sufren, tanto o más que tú. Sentirás que ya fuiste otra persona en el pasado, habiendo actuado como varios personajes. Elige ser ahora el ermitaño que lleva su sabiduría a la familia. Haz que ese sabio te muestre lo que debes hacer, que ilumine tu vida y tus cuestiones familiares. Él tranquilizará tu alma y sanará el ambiente familiar.
Algunas Claves del Ermitaño para Sanar los conflictos en la Familia
. No malgastes tu energía en discusiones, sólo escucha, pero no absorbas en tu corazón insultos o desafueros.
. Respeta el momento de cada uno, el libre albedrío que tienen para elegir lo que quieren.
. Deja que la polvareda baje tras un conflicto, este es el momento de hablar, sin imponer opiniones.
. Cada uno de tus familiares tiene que llevar el equipaje que le pertenece, no intentes cargar la cruz de ninguno de ellos, porque la tuya ya te pesa lo suficiente.
. Felicidad es un sentimiento que fluye siempre de dentro a fuera y que brota a partir de la aceptación.
. No existe ningún problema cuando tú no lo alimentas. Todo está en perfecta armonía y los problemas son en realidad bendiciones.
. Ve en cada persona a ti mismo, practica la empatía, que es ponerte en el lugar del otro.
¡Namasté, sé amor!
Tomado de: SomosTodosUM, escrito por Nadya Prado, traducido por Teresa y corregido por Luis Carlos Almaguer Rosabal.